Diversos estudios realizados en la Universidada de Harvard (EE.UU) han puesto en manifiesto que los varones que consumen habitualmente tomate fresco, así como salsa o jugo de tomate, presentan un riesgo menor de padecer cáncer de próstata.
Este hecho resulta fácilmente explicable teniendo en cuenta que el tomate es el alimento más rico en licopeno, carotenoide que protege a las células de la próstata de la oxidación y del crecimiento anormal. El consumo habitual de tomate en cualquiera de sus formas, se muestra como un importante factor preventivo del cáncer de próstata, uno de los más frecuentes en los varones.
Teniendo en cuenta lo que sabemos sobre la acción de licopeno en el tejido prostático, podemos reducir que el consumo habitual del tomate favorece el buen funcionamiento de la próstata en general. Además de evitar la degeneración cancerosa de sus células, el tomate puede reducir también el crecimiento excesivo de esta glándula (hipertrofia benigna de la próstata), tan frecuente entre los hombres de más de cincuenta años.
El tomate también, es un gran alcalinizador de la sangre, con lo que neutraliza y facilita la eliminación de los residuos metabólicos que en su mayor parte son de naturaleza ácida. Además, es diurético y facilita el trabajo de los riñones. Su consumo habitual es muy recomendable para limpiar la sangre en casi de gota (exceso de ácido úrico), insuficiencia renal con aumento de urea en la sangre, o intoxicación crónica por una alimentación rica en carnes y proteínas de origen animal.
El tomate y el ácido oxálico
Durante muchos años se ha estado prohibiendo el tomate a los que padecen cálculos renales, debido a su contenido en ácido oxálico. Estas sustancias junto con el calcio forman sales insolubles (oxalato cálcico), las cuales precipitan en forma de cálculos o piedras.
Sin embargo, no hay razón para eliminar el tomate de la dieta de los enfermos renales. Su contenido en ácido axálico es muy bajo (5,3 mg/100g), similar al de muchos otros alimentos e inferior al de la lechuga (17 mg/10g), el té (83 mg/100g) o las espinacas (779 mg/100g)
Además, el tomate es un buen diurético y depurativo que facilita la función renal.
Fuente: El Poder Medicinal de los Alimentos. – Pag. 267