Las enfermedades crónicas se pueden prevenir o retrasar con hábitos saludables
El objetivo es envejecer saludablemente, manteniendo a la persona con bienestar, funcionalmente activa y capaz de interactuar con su entorno.
La mayoría de los problemas de salud en la etapa adulta son el resultado de enfermedades crónicas, pero es posible prevenir o retrasar su aparición con hábitos saludables implementados desde etapas tempranas.
El envejecimiento patológico está asociado a la acumulación de daño producido por malos estilos de vida. Ello incrementa el riesgo de muchas enfermedades y disminuyen la capacidad física y mental de la persona.
La inactividad física, la alimentación inadecuada, el exceso de tabaco, alcohol, medicamentos y la falta de correcta hidratación condicionan a que la persona se incapacite y se vuelva dependiente de forma prematura. Asimismo, aparecen nuevas enfermedades que pueden evitarse y descompensar las enfermedades crónicas de fondo que ya se tiene.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de los 38 millones de muertes en 2012 por enfermedades crónicas, el 42 % fueron defunciones prematuras y evitables si se hubiesen mantenían estilos de vida saludables.
Los males más frecuente en los adultos mayores son: hipertensión arterial, diabetes mellitus y trastornos de las grasas en sangre. Todas ellos se pueden prevenir y controlar con estilos de vida saludables. Antes de iniciar fármacos a un paciente, es fundamental recalcar en ciertos hábitos que el paciente debe adoptar para tener una mejor evolución.